Amanece y te levantas tarde. Después del almuerzo vas hacia la custa San Blas, un lugar alto de la ciudad, y te sientas en una plaza
para apreciar la vista.
Recuerdas lo que aprendiste sobre la conquista del Perú en tus
clases de Historia e imágenes surgen como en un cine: ves una ciudad com aire de nobleza, un
Imperio poderoso que conquistó todos los pueblos y tribus andinos, desarrolando sus propios y
exitosos modelos de administración y planificación que jamás se haya visto,
sobreviviendo a extremos geográficos y geológicos, soportando la dureza de vivir a grandes alturas y a los terremotos que
sacudem la tierra, venciendo el desafío de la sequía, del frio y del viento, originando una de las
culturas más ingeniosas y creativas del mundo.
Ves a dos hermanos incas, Huáscar y Atahualpa, a principios del siglo
XVI, luchando por el poder un poco antes de la llegada de los españoles, lo que ocasionó una
sangrienta guerra civil que junto con la viruela, diezmo a buena parte de la población.
Ves a muchos europeos invadiendo el continente detrás de sus
riquezas de oro y plata, uno de ellos de nombre Francisco Pizarro - un hombre aventurero y ambicioso que, en
1532, organizó una expedición con no más de 200 hombres para conquistar el Imperio del que había oído
hablar por el oro que los incas usaban para adornase, rindiéndole su homenaje a
Inti, es dios Sol.
Ves a unnos españoles exhaustos pero
maravillados con las carreteras, los puentes y los depósitos incas en su marcha
a Cusco. Ves a Atahualpa, el nuevo inca, con un ejército de miles de indios,
seducido por la aarente amabilidad de los extranjeros, por la inevitable
curiosidad despertada por sus armas y armaduras, subestimando su poder de
fuego. Y luego la traición, la destrucción, el saqueo.
Pero hay que no se destruyó y tú los
sientes, ahora y para siempre, que sus logros y su indestructlibe voluntad
permanecerán el la memoria de quien tenga la fortuna de pisar y conocer esta
Pachamama Inca.
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